Cayetana y el estanque de la democracia

Malos tiempos para la lírica, cantaba en los 80 el grupo gallego Golpes Bajos (premonitorio el nombre). Para la épica tampoco, así que, atendiendo a los géneros literarios de la koiné, sólo nos va restando la dramática: el drama de las cifras, de los muertos, de los desempleados, de los negocios cerrados, de las deudas…, de la ruina, en fin.

Casado cesa a su Macarena Olona (perdón, a Cayetana), que es como si Ortega Smith cesara a Abascal… O me estoy liando.

El día que Salvador Dalí abrió de una pedrada el escaparate de los almacenes Bergdorf Goodman en la Quinta Avenida de Nueva York quedó instaurado aquello de que lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien (¿o era “aunque sea mal”?). Da lo mismo, pero el ‘arte’ de la política es la maña para la finta y para el engaño, no para la coherencia y mucho menos aún para el ejercicio de la libertad de pensar.

La contundencia de la palabra de CAT no es inferior, quizá tampoco superior, a la empleada por García Egea en cualquiera de sus discursos y ni siquiera por Casado o por cualquiera de sus banderilleros y banderilleras en el Congreso o en el Senado, pero la diferencia de los elegidos es que tarda más en borrarse de la memoria una pincelada de Picasso que mil brochazos de los subalternos.

O quizá sea eso, que CAT carece del espíritu de subalterno tan necesario para sobrevivir en los bancos de sardinas, no por gusto ni por elección, sino por don o contradon divino: nació marrajo, muerde y deja cicatrices.

Siento su cese porque yo me creo cerca de la manera de razonar de Cayetana y eso no tiene que ver tanto con su ideología cuanto con su honradez intelectual y con el mecanismo que analiza y le permite extraer sus conclusiones. También coincido con su escala de medir las tropelías y su modo de evaluar las respuestas que merecen los causantes de las mismas: el que la hace la paga.

Y creo, al fin, en la capacidad de pensar por libre sin necesidad de someterse ni de buscar enemigos por reventar ciertas disciplinas absurdas. O sea, creo en la diversidad y en la tolerancia…, menos con los intolerantes, porque no la merecen y no estamos para paños calientes con los revientapuertas de la pura y caprichosa extravagancia cuando están en juego las cosas de comer y el futuro de nuestros hijos.

La batalla, sí, es cultural, y creo que hay que darla, pero no las tengo todas conmigo si el camino es acertado sin contar con la demoscopia. Me refiero a que veo a mucho cabreado por el cese de CAT que parecían conjurados para no volver a votar al PP ni siquiera con Cayetana al frente del Grupo parlamentario popular.

Y puede, digo puede, no lo sé, que los ‘demoscopólogos’ de los cojones hayan atisbado un bálsamo de Fierabrás en ese atildado giro de blandiblup de los Feijóos de turno que les permitiera sumar alguna resma de votos que provenga de la masa inescrupulosa que lleva 40 años otorgando o quitando mayorías a nuestras espaldas. De lo contrario, ¿de dónde son los votos que otorgaron las mayorías absolutas a Felipe, a Aznar, al infame ZP o a Rajoy el parsimonioso?

Dicho de otro modo, a mí me jode que cesen a CAT, primero porque le ha ganado todos y cada uno de los asaltos sobre el ring a los más conspicuos tuercebotas y tramposos del resto de bancadas, desde Carmen Calvo (penosa sparring) e Iglesias (navajero de calleja) a los vivalavirgen del PNV y a todos los garbanceros de los independentismos patrios. Y me sabe feo que la impresión que pueda dar Casado es que por esa conveniencia de los analistas de mercados concede la victoria a los puntos a un caniche, por ejemplo, como Adriana Lastra o a ese perro salchicha de Rufián.

Alcanzo a entender también que para tomar un castillo al asalto son precisos los arqueros, las catapultas y un ariete con el que derribar las puertas de la fortaleza, pero que una vez dentro del patio de armas se combate a espada o con lanza y no empleando la viga contumaz con la que se echaron abajo los accesos.

Si se trata de esto, tal vez sea yo el equivocado y acierta Egea, experto campeón en lanzamiento de huesos de aceituna con la boca, que no sé yo si es arma eficaz para el cuerpo a cuerpo en la nueva fase de la batalla. Pero hay algo de fondo, no obstante, que no concedo y es el rumor voluntarista de pastelear los órganos judiciales con un tramposo como Sánchez.

Créanme Casado y su secretario general que si hacen eso nos habrán metido en el problema más serio de toda la democracia, porque en las circunstancias actuales es casi el único torreón que no han logrado asaltar y destruir las huestes de la barbarie socialcomunista y, si quitan ese tapón, el estanque de nuestras libertades y del estado de derecho se nos vacía y no quedará ni un pez que nade ni una gota de agua en la que remojarnos los pies.

He dicho.




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