Querida Encarnita:
¿Qué tal? ¿Como estás? Yo bien, Gracias a Dios (estas eran las letras con las comenzaba sus cartas tu novio, luego marido, cuando estaba haciendo el servicio militar, ¿te acuerdas?) Mi primer deseo es que te encuentres bien y estés disfrutando de esta Santa y Hermosa Navidad donde se nos anuncia la venida del Niño Dios con su luz y su ternura.
He visto cómo has disfrutado con los villancicos que han venido a cantarte los jóvenes de la parroquia, y cómo recordabas algunas letras (siguen siendo los de toda la vida), y también cómo llevabas el ritmo con las canciones que la tuna de Económicas te ofreció la otra tarde y que te hicieron presente aquella vez que fueron a tu casa a rondarte.
Sé que te va sorprender esta carta, como nos sorprende todo aquello que no esperamos y más viniendo de un desconocido, aunque yo no lo soy tanto, como paso a explicarte a continuación.
Soy alguien que ha estado a tu lado desde que naciste, a pesar de que no me has visto, pero siempre he vivido junto a ti, porque esa es la misión que me encomendó nuestro Señor: que estuviera muy cerquita de ti para protegerte y cuidarte. Sí, lo has adivinado: soy tu Ángel de la Guarda, el mismo al que le rezabas de pequeña, junto a tu madre, cuando te ibas a acostar; el que te susurraba al oído que era mejor no juntarse con algunas amistades que no te convenían, y el que disfrutó tanto como tú de los mejores momentos de tu vida, y también lloró, al ver cómo en ocasiones las lágrimas brotaban de tus ojos.
Ahora que lo pienso ha sido toda una vida a tu lado, viéndote crecer, cómo pasabas de bebé a niña, de niña a mocita y de mocita a mujer, muy guapa y con buen tipo por cierto. ¡Cuántos recuerdos se me vienen a la mente! ¡Cuántos buenos ratos hemos pasado juntos!: semanas santas, ferias en las casetas, cumpleaños, santos, vacaciones, buenas películas…
También han habido malos momentos, que están ahí y forman parte de tu historia, que también es la mía: aquel aborto en tu primer embarazo, que esperabas con tata ilusión y que te hizo caer en una depresión; el fallecimiento de tu marido, el primer y único novio que tuviste; y para qué hablar de la dichosa pandemia del COVID19 que todavía te obliga a llevar esa antipática mascarilla, pero que superaste como una jabata cando hubo compañeras que no pudieron contarlo…
Hoy he decidido escribirte porque veo que en ocasiones te sientes un poco sola, y he querido coger la pluma y ponerme a escribir para decirte que no, que nunca has estado sola, que siempre he estado, estoy y estaré contigo, porque tú eres mi razón para vivir. Es verdad que a veces nos sentimos cansados, pero es normal, a mí también me pasa, lo que ocurre es que al día siguiente, cuando veo salir el Sol eso me da fuerzas para seguir adelante y dar gracias por ese nuevo regalo.
Ya sabes que tu hijo Enrique nunca te falla en verano y por Navidad, lo que pasa es que viviendo en Nueva York le coge un poco lejos el visitarte más a menudo. El pobre de Gerardo siempre anda liado, y con ese estrés del que pocos se libran hoy, no encuentra nunca un rato para poder venir a verte, pero te quiere y te echa de menos. Y Carmen, tu única niña, siempre atenta y cariñosa, que no deja de llamarte un solo día y que todos los sábados por la tarde tiene un ratito para ti.
Por último, quiero decirte que este próximo año que comienza ya mismo, va a ser fenomenal, me lo ha dicho un pajarito que entiende de esto, y me ha asegurado que lo vas a pasar muy bien en compañía de todas estas personas que te rodean y que tanto te quieren. ¡Seguro!
Un beso muy fuerte.
Tu Ángel de la Guarda.
Alberto Amador Tobaja: aapic1956@gmail.com
Las cookies necesarias son absolutamente imprescindibles para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría sólo incluye cookies que garantizan las funcionalidades básicas y las características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.