Bécquer está en venta

“En Sevilla, y en mitad del camino que se dirige al convento de San Jerónimo desde la puerta de la Macarena, hay entre otros ventorrillos célebres uno que, por el lugar en que está colocado y las circunstancias especiales que en él concurren, puede decirse que era, si ya no lo es, el más neto y característico de todos los ventorrillos andaluces”. Así comienza el relato de “La Venta de los Gatos”, de Gustavo Adolfo Bécquer. Una narración que destila hechizo por entre sus poros, y en la que el poeta plasma la inocente algarabía de la vida con sus amores de por medio, en una primera parte, y a su vuelta a la tierra después de muchos años la pesadumbre que se le adueña. Y es que el paisaje se volvió del revés y la vivencia era otra muy distinta: ni guitarras, ni cantes, ni bailes, ni vasitos de vino con aceitunas… Se construyó el cementerio, cercano al ventorrillo, y la niebla cayó sobre los matorrales inundándolos de una infinita tristeza. Pues que ya no era lo mismo.

No, nunca fue ni parecido a partir de entonces. Porque hoy no hay guitarristas y tampoco voces de caramelo que eleven a los cielos versos en la Venta de los Gatos. El tiempo, el maldito paso del tiempo en íntima comunión con la desidia manifiesta de quienes fueron gobernando esta ciudad hasta la fecha, acabó con un emblema cultural que de seguro ciudades relevantes del resto de Europa lo hubieran conservado para la posteridad. Una seña de identidad, que se le llama, añadida a la figura gigante e inmortal del romántico por excelencia. Sí, sevillano, nacido en Conde de Barajas, 28.

Sé que son bastantes las muestras de cariño, admiración y pertenencia que parpadean en Sevilla por Gustavo Adolfo, y que enmarcadas dentro de diversas disciplinas artísticas hacen que se le recuerde en sus respectivos aniversarios. Pero un servidor siempre ambicionó, para sus adentros, el acopio de todo lo que tuviera que ver con el misterioso mundo de Bécquer. Por eso, traigo hoy a la pantalla este “detalle” de inmueble, rabiosamente poético en su origen, que uno en su inocencia siempre creyó que se le mimaría hasta el punto de que su completa rehabilitación se haría realidad un día… para el gozo de nativos y foráneos.

Mas he aquí, mis queridos lectores, que en esta mañana, aciaga donde las hubiera, no se me ocurrió otra cosa que acercarme de manera sigilosa y extraña al lugar en donde la bailaora Amparo y el hijo del ventero se amaron hasta la muerte. “El carrito de los muertos / pasó por aquí, / como llevaba la manita fuera / yo la conocí”. Y el guitarrero se volvió loco y se encerró en un cuarto, y yo no acierto a comprender lo que estoy mirando, lo que delante de mí se muestra como otra locura más de las personas que pierden el alma en cuanto se agarran firmes a la vara del mando. Que la Venta de los Gatos, sevillanos de pro, tiene puesto el anuncio de “SE VENDE”. Que una obscena “grafitería” rodea sin miramiento alguno a esta encantada casa preñada de inagotables sueños. Que todos pasan y pasan a su vera, como si nada… Que un trozo del inmenso corazón de Bécquer está en venta.




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2 Comments

  1. José Antonio dice:

    Buenas, soy un estudiante de quinto curso de Arquitectura y estoy hacendo el tfg justamente sobre La Venta de los Gatos, a ver si conseguimos entre todos poner en valor y que el ayuntamiento finalmete la proteja, y se pueda restaurar como debe ser.
    Cualquier información sobre el bien mueble, ya sea historica como fotográfica/planimétrica me sería de bastante ayuda para desarrollar mi tesis.

    Si alguien quisiera ayudarme, mi correo es joseapozas@gmail.com. Un saludo, y gracias.

    • Jesús Conde dice:

      Buenos días. Póngase en contacto con Pilar Alcalá García @PilarAlcalaGarc que es la portavoz de “Con los Bécquer en Sevilla”. Gracias.

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