No es un Domingo cualquiera, al menos en esta ciudad nuestra que tanto cuida y espera con mimo las vísperas, vísperas de gozo y cera, de contrastes en colores y olores, en armonía de sentimientos que, parece que sólo se den en una semana… pero, qué difícil resulta caminar contra corriente cuando parece que nada se mueve. Viviendo en un momento de la historia en el que parece que “nada pase” y que, sin embargo, está pasando casi de todo, a todos los niveles… pero Sevilla es capaz, un año más, de hacer su burbuja de cristal para que nada la turbe, nada la espante…sólo Dios baste… Y he de confesar que , a pesar de lo difícil del camino, a veces y para vivir las vísperas del gozo iluminado de nuestra Semana Santa, las burbujas de cristal de Murano vienen muy bien.
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