Sevilla está de enhorabuena. La Academia de Cine Europea (EFA) ha elegido a la Plaza de España de Sevilla para su incorporación a los Tesoros de la Cultura Cinematográfica Europea, un reconocimiento que se otorga a aquellos emplazamientos de rodaje con gran valor para el cine y con la intención de preservarlos.
Otros monumentos y espacios entre los que se encuentran El Centro Bergman en Frö, lugar consagrado a la vida y obra del legendario director sueco Ingmar Bergman; el Centro Memorial Eisenstein en Moscú, creado para custodiar las pertenencias y difundir la producción del director soviético; la Casa de los hermanos Lumière en Lyon, sede del instituto dedicado a la promoción y preservación de la cinematografía de Auguste y Louis Lumière, y las escaleras de Odessa, localización inmortalizada por Sergei Eisenstein en ‘El acorazado Potemkin’ se encuentran catalogados como Tesoros de la Cultura Cinematográfica Europea.
Esta distinción debe llevar a las autoridades con competencias en la Plaza de España a redoblar esfuerzos para conservar un monumento que para nuestra desgracia viene siendo objeto de vandalismo desde prácticamente el mismo año de su inauguración, con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1.929. Por algún motivo que no logramos desvelar, la Plaza de España de Sevilla es el monumento que, con diferencia, sufre con más frecuencia los ataques de todos aquellos que desahogan su frustración destrozando un patrimonio, en la mayoría de los casos, bajo la más absoluta impunidad.
Todos los alcaldes de la ciudad han puesto, en mayor o menor medida, su granito de arena para mantener la Plaza de España en el mejor estado posible; se invierte importantes cantidades de dinero público en su restauración, pero hasta la fecha casi todo lo que se ha rehabilitado ha terminado siendo objeto de los vándalos. Parece evidente que todas las medidas puestas en marcha hasta la fecha para proteger el conjunto monumental han sido insuficientes.
Según los últimos informes, el Ayuntamiento de Sevilla destina anualmente más de 200.000 euros a reparar los destrozos ocasionados a diario en la Plaza de España, vigilada aparentemente entre las seis de la tarde a las ocho de la mañana. Un alcalde, hoy ministro del Interior, prometió una comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en el mismo edificio donde, por cierto, se encuentra enclavada la Delegación del Gobierno en Andalucía. Aquella promesa, como muchas otras que formuló el alcalde de los abrazos y las palmadas en la espalda, cayó en el olvido, como todo lo que tiene que ver con esta ciudad empeñada en subestimar el extraordinario patrimonio histórico que parecen apreciar más en el resto del mundo que en la propia Sevilla.