Salvar a la Cabalgata del Ateneo, proteger a los niños de Sevilla 

La comisión organizadora de la Cabalgata de Reyes Magos de Higuera de la Sierra habrá tenido sus razones (no suficientemente aclaradas por el Ayuntamiento de la localidad onubense en su comunicado) para haber decidido ya  -siendo agosto-  su suspensión. En el texto sólo se expresa una vaga alusión a “las circunstancias”.

Una decisión de tal alcance, con consecuencias de todo tipo que esperamos se hayan medido por la comisión organizadora, merece el respeto de este periódico, pero también declarar sin rodeos que la calificamos de un gran error.

La infancia más temprana, aquella a la que por excelencia se dirige crear la ilusión de esperar a los Reyes Magos y verlos aparecer en sus carrozas cruzando nuestras calles, sólo pasa por un trecho bien corto de la vida de un ser humano. La edad más concisa y adecuada para el asombro más inocente ante la experiencia de los Reyes Magos, abarca sólo unos cuantos años del conjunto de la vida.

Si ya se ha dado por hecho que la Cabalgata de Higuera de la Sierra, decana de las cabalgatas andaluzas, no desfilará el próximo 5 de enero de 2021, tal decisión no debería provocar una sucesión en cascada del mismo error para otras cabalgatas y, en especial, para la Cabalgata del Ateneo de Sevilla, cuyos Reyes ya están elegidos.

Comprendiendo que ninguna cabalgata se improvisa, y menos la del Ateneo  -cuya organización y su director Manuel Sainz estarán apurando los márgenes temporales de sus posibilidades-, cabe reclamar para los niños (hasta en el peor de los casos que llegaran a contemplar las autoridades sanitarias) una cabalgata de Reyes a su medida, no a la de los adultos, los conscientes de la fantasía levantada para la infancia. Debería de ser una cabalgata a la medida de los ojos del asombro infantil, una cabalgata limitada para los mayores, que exigiera si hiciera falta su sacrificio en favor del tiempo único e inaplazable de la niñez. Sería, para Sevilla en concreto, una Cabalgata del Ateneo históricamente provisional, que se atuviera a unas medidas de seguridad sanitarias, para defender y proteger a miles de niños de un vacío irrecuperable.




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