Llegó a declarar hace meses que no le gusta eso de la “nueva normalidad”, que desea vivir en la normalidad. Y así ha sido. Hasta en el mundo del coronavirus Nadal es el campeón de siempre, aunque lo normal en él es lo excepcional.
Ha vuelto a hincarle el diente al triunfo en Roland Garros, alcanzando la marca de Roger Federer.
Ni el japonés COVID-19 ni el serbio Djokovic han podido con Nadal, que alcanzó ayer siendo 11 de octubre, víspera del Día de la Hispanidad, una victoria con enorme valor de símbolo sobre la grandeza de España en el mundo, como si fuera -además de una proeza deportiva- toda una reivindicación de raza noble y de patria española en este tiempo de miserables traidores que la gobiernan, de independentistas, comunistas o etarras. ¡Viva Nadal! ¡Viva España!
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