No parece que los presidentes de Consejos, Agrupaciones, Federaciones o Uniones de cofradías en Andalucía se hayan traído soluciones definitivas del “cónclave” celebrado en Antequera. Entre otros motivos, porque un virus sin control a día de hoy las pone muy difíciles, las condena a moverse en meros pronósticos y en angustiosas incertidumbres.
Pero una cosa está clara, clarísima ya a estas alturas y tras la experiencia de suspender la Semana Santa en 2020: las propias hermandades y los gremios y oficios creados sobre todo en torno a ellas, no pueden soportar otra suspensión en 2021. Una cara más de la vida, la de la Semana Santa, enfrenta la dura colisión de intereses entre lo sanitario y lo económico, la valoración de dos tipos de daños llegados ambos a un punto en el que ya no es tan fácil -como lo pareció al principio de la crisis- dar prevalencia a uno sobre otro. Ahora se percibe más que nunca un choque frontal entre vivos y muertos, sanos y enfermos, sanidad y economía, incluso el número de contagiados y el de quienes se han quedado en paro.
De la “cumbre” de Antequera, se percibe que los representantes máximos de las cofradías andaluzas no saben aún lo que pueden hacer, pero sí que tienen que hacerlo. El presidente sevillano en concreto, Francisco Vélez, es un puro balbuceo de palabras ignorando por dónde va a tirar. Sus declaraciones a Canal Sur Radio se llaman declaraciones por decir algo. Lo único que repite es que “hay que buscar soluciones”. Es el tímido indicio de una voluntad encaminada a que en 2021 haya Semana Santa en las calles.
Pero eso no es suficiente. La crisis sanitaria, o acaba empujando a la sociedad a la valentía -como ha hecho ya con los padres y sus hijos en la vuelta al cole-, o acaba con esa sociedad llevándola a una situación en la que puede que los vivos lleguen a envidiar a los muertos. La expresión del consejero andaluz de Educación y Deporte, Javier Imbroda, bien podría asumirse de una vez por todas sin limitaciones de estamentos ni actividades: “El riesgo cero no existe”. Y valiéndonos del argot cofrade de las trabajaderas, habrá que aprender a vivir con “la derecha alante y la izquierda atrás” (dicho sea sin connotaciones políticas).
Una de las conclusiones del “conclave” antequerano ha sido proponerse el objetivo de volver a celebrar todos los actos de la Semana Santa de una forma segura. Eso es un error de base que ya descarta radicalmente que las cofradías hagan estación de penitencia. Porque en esta vida no se consigue nada verdaderamente importante que parta del concepto de la seguridad, sin riesgos. Y la prudencia no es siempre lo más aconsejable para lograr nuestros empeños. Con la prudencia de Colón, por ejemplo, la historia se habría quedado sin conocer -al menos entonces, en 1492- el Nuevo Mundo. Y en el caso de Sevilla, con la mera prudencia y pretender un control completo nos volveríamos a quedar sin Semana Santa en 2021… y hasta sabe Dios cuándo.
Foto de Archivo de Beatriz Galiano