El rey de la Europa League entra de nuevo en escena. El Sevilla volvió a demostrar en el Sánchez Pizjuán cuál es su competición fetiche, la que ha conquistado en seis ocasiones, y lo hizo desprovisto de complejos y resurgiendo de la mala racha que acumula en el plano liguero. Desnudó al PSV Eindhoven a base de juego trenzado y goles para enmarcar, y eso que el cuadro neerlandés dominó, sin pegada, durante la primera media hora de partido. Los de Jorge Sampaoli firmaron en este choque de ida una contundente victoria por tres tantos a cero que deja la clasificación encarrilada para los octavos de final.
La afición tuvo su particular noche de ilusión, con la plantilla dando grandes muestras de mejoría y cuajando su quinta victoria consecutiva en el estadio nervionense. Si bien es cierto que antes de acceder a la siguiente fase toca pasar por la vuelta en Holanda, la intensidad, la velocidad y la definición que dibujó el cuadro sevillista dan para soñar con el séptimo título. Gracias al buen hacer de En-Nesyri, Ocampos y Gudelj de cara al gol, el equipo obtuvo una generosa renta que lo coloca a día de hoy entre los favoritos. Así se refleja incluso en las mejores casas de apuestas online, donde los pronósticos dejan claro que la confianza en este grupo de futbolistas es máxima.
La pizarra del Sevilla volvió a confiar en el 3-4-2-1 que le dio el triunfo ante el Mallorca, pero tuvo que prescindir del recién incorporado Pape Gueye, que todavía no está inscrito en Europa. El conjunto hispalense saltó al césped fijando la presión muy arriba, centrado en el acoso y buscando alguna recuperación que pudiera dar la sorpresa inicial. La tentativa se desinfló pronto, justo cuando Xavi Simons decidió agarrar el timón y comenzó a buscar salidas rápidas y transiciones que conectasen con Luuk de Jong. La propuesta Van Nistelrooy fue creciendo al mismo tiempo que palidecía la del técnico argentino.
El PSV tuvo la pelota hasta bien entrado el ecuador del primer periodo, pero no supo resolver ante Bono, siempre puntual en cada una de sus intervenciones. El guardameta marroquí sacó una mano salvadora en el minuto siete que evitó el primer gol visitante tras un disparo de Saibari. Luego llegó la lesión de Badé, que tuvo que retirarse del terreno de juego por un pinchazo en el muslo izquierdo antes del primer cuarto de hora. Fue entonces cuando el partido volvió a la dinámica del origen, con el centro del campo muy activo en la recuperación y con la dupla formada por Jesús Navas y Óliver Torres dando guerra por el carril derecho.
El dominio blanco terminó de consolidarse y dio paso a la lluvia de oportunidades. Hasta tres ocasiones claras de gol tuvo el Sevilla en la siguiente curva del duelo: un centro-chut de Navas que se paseó por delante del arco defendido por Benítez, una falta de Rakitic cargada de veneno y, la más clara hasta ese momento, un cabezazo de Nianzou a la salida de un córner que terminó con la pelota marchándose muy cerca del palo derecho. Insistió una y otra vez el conjunto dirigido por Sampaoli, volcado en el área rival y amenazando en todo momento con estrenar el luminoso.
Hubo que esperar hasta el minuto cuarenta y siete, ya en tiempo de descuento. Una jugada al primer toque, nacida en las botas de Torres, supuso el primer gol de la noche. El extremeño abrió el juego hacia la derecha para la incorporación de Navas, cuyo centro raso al primer palo no desaprovechó En-Nesyri. El ariete se deshizo del marcaje de su defensor y supo meter el pie hasta enviar el esférico al fondo de las mallas.
Tras el paso por el túnel de vestuarios continuó el vendaval sevillista. La entrada de Lucas Ocampo, en sustitución de Bryan Gil, sirvió para ponerle un punto más de mordiente al plano ofensivo. Con el equipo teniendo la pelota y jugando de banda a banda, a los cinco minutos del segundo periodo subió el 2-0 al marcador gracias a la calidad del argentino. Aprovechando el despiste de los holandeses, Navas se encargó de sacar rápido de banda y Óliver Torres la puso templada para Ocampos dentro del área. El de Quilmes la durmió con la pierna derecha para luego, de media vuelta, sacarse un zurdazo cruzado que Walter Benítez no pudo detener.
Todavía con el Pizjuán entusiasmado por el segundo tanto, apareció en el cincuenta y cinco el Rakitic de siempre, observador y fino entre líneas. El croata vio el desmarque de Ocampos y, desde el costado derecho, fabricó un gran pase que el argentino controló magistralmente dentro del área, casi en la línea de fondo. Desde ahí, sin darse la vuelta, dejó un espuelazo para que un Gudelj torrencial reventara la bola frente a Benítez. El 3-0 fue incontestable.
La ventaja provocó un cambio de fase en el juego del Sevilla, que prefirió rebajar esfuerzos y suavizar la presión en campo rival. El PSV, con todo el escenario en contra, intentó reconducir la tormenta y generar circulaciones más prolongadas. Por momentos, se sintieron cómodos los de Van Nistelrooy, e incluso tuvieron un par de ocasiones claras de gol, primero un disparo de Ramalho que se marchó fuera por muy poco y después, ya en el ochenta, un lanzamiento al palo de Veerman. La superioridad del equipo hispalense puede ser determinante para la semana próxima en Eindhoven, ciudad en la que el Sevilla ganó su primera Europa League hace ya diecisiete años.
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