“Todos existimos y tenemos nuestro sitio. Picasso no le ha quitado el sitio a Velázquez”
Entrevista a Gonzalo García-Pelayo, miembro de la Real Academia de las Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría

Gonzalo García-Pelayo solo juega si sabe que va a ganar. Y todo lo que hace escapa de lo convencional. Jugador profesional, cineasta, productor musical y flamante miembro de la Real Academia de las Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, habla con Sevillainfo sobre proyectos tan insólitos como él.

– ¿Barajaba entre sus cálculos de probabilidades ingresar algún día en la Real Academia de las Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría?

– (Risas) No. Nunca lo había pensado. Ni había pensado, lógicamente, en el Óscar. Mucho menos en lo de la Academia. Todo ha sido por la acción de un amigo. Se lo agradezco muchísimo a él y, por supuesto, a los académicos.

– La partida ha sido larga. Aunque tarde, como de costumbre, parece que al fin la ‘otra’ Sevilla le ha entendido, ¿no? 

– Todas las cuestiones del arte tienen fases así. Salvando las distancias, Paul McCartney, de Los Beatles, lo más underground del mundo porque cantaban en una caverna, terminó siendo Caballero de la Legión de Honor. Son cosas propias de la democracia, las cosas marginales terminan integrándose. Todos existimos y todos tenemos nuestro sitio. Picasso no le ha quitado el sitio a Velázquez.

– Muchos aseguran que Sevilla salda así una cuenta pendiente con usted.

-Todos pensamos que de alguna manera merecemos algún tipo de reconocimiento que no se nos ha dado y de repente te encuentras con uno absolutamente inesperado como es este. Es la diferencia entre la ascética y la mística. Ascéticamente estás intentando conseguir cosas y no las alcanzas, y de repente te llegan otras por la que no has peleado nada. Ese es el concepto de la mística: cosas buenas que te ocurren de manera inmerecida.

– En usted nada es convencional. ¿Por ese motivo, del cine español solo le gusta Almodóvar?

– Del cine actual, sí. Por supuesto, me gusta mucho Berlanga, que fue mi maestro en el examen de ingreso en la Escuela de Cine. No sólo es que me guste, es que pienso que entre los dos o tres mejores directores vivos quizás sea el primero, el más importante del mundo. Almodóvar tiene tal diferencia respecto al segundo que no merece la pena ni comentarlo. Es como una estrella al lado de una bombilla.

Nueve Sevillas ha recibido elogios de la crítica, pero usted no se queda ahí. Ahora va a por Siete Jereces.

– La idea fue de una sobrina, que me dijo que «en Jerez hay tantos gitanos y tantos flamencos como en Sevilla. Y además más caballos». A partir de ahí, pensé que Nueve Sevillas podía replicarse, que se podía extrapolar a la segunda ciudad en importancia respecto al flamenco como es Jerez. Creo que existe una jerarquía. Primero Sevilla y después Jerez. No sé si los jerezanos querrían estar los primeros, pero espero que no se molesten por este orden que he establecido.

– Dicen los críticos de cine que su obra se inspira en la Nouvelle vague, alejada de convencionalismos narrativos y técnicos. Pero si sumamos su faceta de productor musical y jugador profesional, creo que las dos palabras que mejor le definen son insólito y libre.

– Le agradezco ambas palabras. La de libre me la han comentado muchas veces, insólito apenas me la han dicho. Aunque creo que la más importante es libre, que la antepongo. 

– Del mítico sello discográfico Serie Gong a una aventura editorial del mismo nombre. Un nuevo proyecto. 

– De alguna manera se trata de recuperar el concepto del neorrealismo de los años cincuenta de llevar la calle a las películas, pero con un sesgo de nueva picaresca. Podríamos decir que es una editorial de sesgo neorrealista, con muchas cosas de la calle, pero con la idea de renovar la picaresca española. De alguna manera, la picaresca es la que le otorga personalidad a la literatura española en el mundo. Una literatura más de diario, más de briega.

– Y ya ha editado varios libros, entre ellos, Sobre la marcha, vol. 1 (Ediciones Atlantis/Serie Gong) de su hermano Javier.

– Quizás se ha olvidado ese concepto de lo que es la calle y la picaresca. Creo que esa es la principal virtud del libro de mi hermano Javier. Voluntariamente no le hemos hecho la corrección de estilo que se suele hacer a un libro, porque Javier escribe de una manera. Es como si a Juan Ramón Jiménez al hacer la corrección de estilo le cambiásemos la J por la G. Eso no significa que haya faltas de ortografía y erratas, es una cuestión de estética. Son maneras de construir, argots. Preferimos no pasarlo por el tamiz de una corrección académica. Dejar la frescura de la calle. Sinceramente, creo que el libro es una obra maestra. 

– En lo musical, tengo entendido que está trabajando en una obra sinfónica de guitarra de la magnitud del Concierto de Aranjuez, titulada El concierto de los olivos.

– Apenas he hablado sobre eso. Hace tiempo que pensamos que el mundo de los guitarristas clásicos está muy pobre de obras. El Concierto de Aranjuez, y sobre todo muchas adaptaciones de Vivaldi o Bach han salvado durante muchos años a los profesionales de la guitarra clásica española por no tener un nuevo material que llevarse a los dedos y poder tocar en concierto. Han tenido que tirar de otras obras que no estaban escritas para guitarra. Después de Rodrigo, ha habido obras con una calidad innegable, pero no han tenido la capacidad de penetrar en el gran público como el Concierto de Aranjuez. Por ejemplo, Heitor Villa-lobos, uno de mis favoritos, hizo un concierto de guitarra, pero no es un concierto con las características de concierto popular. Salvador Bacarisse hizo el llamado Concertino para guitarra, que se acerca más. Es algo que se ha intentado, pero no se ha conseguido. De modo que todo apuntaba a que había que hacer un nuevo concierto de guitarra. Un Concierto de Aranjuez del siglo XXI. Y nos hemos puesto con la composición con la posibilidad de que encontremos más de un concierto. Principalmente, hemos estado buscando un segundo movimiento que tenga un nivel emocional no solo como el Concierto de Aranjuez, sino como todos los segundos movimientos más famosos de la historia de la música. De tal manera que, si no encontrábamos ese segundo movimiento, parábamos el proyecto. Afortunadamente, creo que lo hemos encontrado.

– Y por si todo eso fuera poco, también anda metido en algo relacionado con las criptomonedas.

– Es mi actividad principal. Miro como veinte veces al día las cotizaciones de criptomonedas. Este año esperamos que sea formidable en este campo. De ellas viene toda la energía económica necesaria para ir desarrollando los proyectos. Todos son hijos del buen momento de las criptomonedas.

– ¿Me lo recomienda antes que poner el dinero en un fondo de inversión?

– Sin ninguna duda.  A pesar de los riesgos. Ha habido una bajada de un 25 % pero habrá una subida del 100%. Todos los analistas serios del mundo apuntan a que este año va a ser el año de las criptomonedas, Y en esa ilusión vivo. Espero que se mantenga.

– ¿De dónde le viene esa energía y esa inquietud por hacer cosas?

– Quizás sea una cosa genética. Ahora descubro que mi tatarabuelo, alcalde de Sevilla, Gonzalo Segovia, fundó una naviera, fue diputado, banquero, académico de la Academia de Historia en Madrid y varias cosas más. Fundamentalmente, me dosifico con muy buenas pastillas energizantes diaria.  He seguido los consejos de Sánchez Dragó. La verdad es que lo noto, aunque cuidado, estas cosas hay que ponerlas antes en conocimiento de los médicos.

– ¿La constancia, la rutina y el trabajo llevan aparejadas la suerte y el éxito o no tienen nada que ver?

– Por supuesto. Eso es importantísimo. Nada se consigue con la suerte y mucho menos con la mala suerte. 

– Los artistas que han trabajado con usted afirman que siempre ha sido respetuoso con su trabajo, que han gozado de libertad plena.

– Sí. Lo contrario sería un error profesional grave. Uno tiene que sacar del artista lo mejor que tenga. Se puede orientar al artista de alguna manera en los aspectos que el quizás no haya descubierto. Hacerle sugerencias. Imponerle algo o coartarle su libertad no es lo mejor.

– Usted dice que apuesta más por la cantidad que por la calidad en las cosas. ¿Por qué?

– Sí, es una idea que desarrollé hace tiempo. No sé si he hecho discos buenos, pero he hecho 150. Cuando uno hace cantidad no significa que necesariamente no vayan a tener calidad. A mí los artistas que más me impresionan son tres por la enorme cantidad de obras que tienen, independientemente de la calidad: John Ford, en el cine; Picasso, en la pintura, y Bach en la música. 

–  Su vida es puro rocanrol. ¿La vida está para gastarla, exprimirla o para saltarla sin red? 

– Para gastarla. Siempre digo en broma que me gustaría escribir un libro no para contar cómo ganar dinero, sino cómo gastarlo. Me gustan los artistas que han gastado su vida y cuentan cómo la han gastado. A Hemingway lo tenía en la portada de Don Gonzalo, porque ha sido una persona que me ha enseñado a cómo gastar la vida.

– ¿Curva o línea recta?

– En el arte, la curva; en los procesos de la inteligencia, la recta. Cuando estoy planteando una película no me dejo llevar nunca por la inteligencia abstracta, simplemente por la emocional; lo que me apetece hacer o no me apetece. Cuando estoy trabajando en algo como el juego o las criptomonedas, no me dejo llevar jamás por la inteligencia emocional. Según la actividad.

– ¿Qué le enseñaba al equipo de ventas de la farmacéutica Pfizer?

– Estaban lanzando un nuevo producto relacionado con la depresión después del gran éxito de Viagra. Fundamentalmente, pensamientos relacionados con la suerte y alrededor del juego, cosas que pudieran valerles en su actividad relacionado con las expectativas y sus desviaciones. Un poco, las matemáticas del juego aplicadas a la vida de las que escribí un libro llamado ¡Buenos días, energía! (Grijalbo).

–  Con lo que usted sabe sobre juegos, ¿qué raro que no le haya llamado todavía el ministro Alberto Garzón?

– A él no le gusta el juego. Él quiere acabar con el juego. Estamos en polos muy opuestos. Garzón todavía aplaude la revolución soviética. Tenemos que salir intelectualmente del pozo en el que el marxismo ha metido al mundo. Un ministro que habla también de sacrificar el turismo me parece de un grado de idiotez que me pierdo.  

– ¿Sigue bregando con los números primos? 

– Sigo en la brecha porque estoy esperando a un amigo matemático canario que está confinado en Tenerife. Espero tener con él una especie de pelota de frontón en breve para comunicarle todas las ideas que tengo y ver un final que no encuentro. 

– Dice usted que el dinero le sirve para comprar tiempo y libertad. ¿Sin dinero es imposible ser libre?

– Rotundamente sí. Puede haber matices como la libertad de pensamiento, pero es una merma importante. 

– Se hizo rico cuatro veces y se arruinó otras tantas. ¿No le da un infarto?

– (Risas) Me dio un infarto hace bastantes años, pero afortunadamente con dos cateterismos he quedado muy bien. Siempre hay un colchón. Nunca he caído del todo por el precipicio. Cuando he estado en circunstancias bajas me he dicho que volvería a ser millonario otra vez. He tenido la ilusión por remontar, la ilusión por un artista, un disco o una idea. Precisamente, estoy desarrollando ahora una oficina para el estudio de los iones negativos que nos dan sensación de confort y felicidad.

– Explíqueme, que me he perdido.

– Cuando contemplamos una catarata, esa agua en movimiento, fracturada, en gotitas, emana unos iones negativos que dan sensación de bienestar. ¿Por qué los musulmanes llenaban de fuentes la Alhambra? Era un sitio de recreo. Hay lugares que de manera natural ofrecen esas emanaciones. Como los arroyos, la orilla del mar, las piedras. La empresa que encuentre esa manera de crearlos, o el lugar o lugares, ganará mucho dinero. Tengo montada una sociedad con un grupo de personas que está trabajando en ese desarrollo. Buscar eso es buscar felicidad y probablemente dará mucho dinero. No a mí, sino a mis nietos.

– ¿Se considera un captador de talento o alguien que mira el mundo de forma diferente?

– No son cosas contradictorias. Captar el talento es fruto de tener una mirada diferente. 

¿Qué país o lugar del mundo le queda por visitar a estas alturas de la película? 

– Llevo 110 países. Estoy por la mitad. Los más importantes están en esos 110. Los próximos que tengo en la lista son Uzbekistán e Irán, este último cuando mejore la situación política. Me gusta tener un planteamiento futuro e ir disfrutando poco. 

– «Avanti con la guaracha», señor Gonzalo.

– Ha sido un placer charlar con usted desde el principio. Muy lleno de iones negativos. 




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