Sin anunciarse, ni apenas difusión y casi en el más absoluto secreto para evitar posibles aglomeraciones, este 13 de diciembre el Tercio de Olivares volvía a deslumbrar por las calles de la ciudad recreando “El Milagro de Empel”. No quisieron romper una tradición que aunque muy reciente- apenas dos ediciones- nació tan “arraigada” en la identidad de Sevilla y en la propia esencia del Tercio como si hubiera surgido en tiempos de los Austrias. De hecho, ya vaticinamos la primera vez que El Milagro de Empel había llegado para quedarse.
Los miembros del Tercio sabían que dadas las especiales condiciones de emergencia, iba a ser un acto casi íntimo, muy distinto de la edición anterior en la que miles de personas ovacionaron su recreación. Pero aún así, querían continuar homenajeando a sus camaradas de la batalla Empel y seguir rindiendo honores a su Patrona, la Inmaculada Concepción de María en su festividad. Incluso en este annus terribilis , que quedará para los anales de la historia, en la que una peste les obligaba a salir enmascarados bajo la enseña de su Cruz de Borgoña.
Sin embargo, la divinidad pareció recompensarles en esta excepcionalidad porque no sólo la magia y la emoción les acompañó con el mismo sentimiento, sino que centenas de personas de forma espontánea se fueron congregando a lo largo del itinerario, ordenados y completamente respetuosos con la nueva situación. Una comitiva de “civiles” les siguió en silencio en procesión por las calles de Sevilla hasta la imagen de la Inmaculada, donde hicieron su ofrenda elevando sus picas y cerrando el acto con un espiritual Salve Regina.
En el corazón de Sevilla
El desfile tuvo como escenario el corazón de Sevilla. Desde el Foro Melchor de Jovellanos a la Plaza del Salvador, atravesando las calles Álvarez Quintero, Alemanes, Cardenal Carlos Amigo Vallejo, Plaza Virgen de los Reyes, para concluir en el monumento de la Inmaculada Concepción, el epicentro de la Plaza del Triunfo. Una imagen escultórica única que posee la singularidad de haber sido la primera de su género erigida en el mundo, al ser Sevilla la primera ciudad del orbe cristiano en defender la inmaculidad de la Virgen. El acto, volvió a vivirse como el orgulloso y sentido homenaje de un pueblo a su Historia y a su patria.
El Milagro de Empel
La noche del 7 de diciembre de 1585 se produjo el Milagro de Empel (Holanda) tras hallar una tabla de la Inmaculada Concepción cuando las tropas españolas estaban condenadas a una muerte segura. La Virgen habría intercedido en la salvación del ejército español, congelando la superficie del río Mosa y permitiendo que el ejército español saliese del asedio neerlandés. Por ello, fue proclamada patrona de los Tercios Españoles y posteriormente, de la nación española. Sevilla fue la ciudad que más se postuló en la defensa del Dogma de la Inmaculada que el propio Vaticano no reconocería hasta el siglo XIX.
El episodio ha tenido una enorme difusión en los últimos años, sobre todo por la gran labor de “El pintor de batallas” Augusto Ferrer- Dalmau, cuya representación pictórica, se considera uno de los cuadros, no sólo más emblemáticos del famoso artista, sino de los mejores cuadros de Historia de todos los tiempos y que inunda las redes el día de la Inmaculada. El afamado pintor catalán, conocedor del acto del Tercio de Olivares, agradeció que su cuadro les hubiera podido servir de inspiración para recrear “tan grande milagro”.
La procesión comenzó a las 6 de la tarde y finalizó una hora después. No quisieron prolongarla en deferencia a la ayuda y el apoyo Delegación de Gobierno, Ayuntamiento de Sevilla y a las Fuerzas de Seguridad del Estado (CNP, P.LOCAL SEVILLA Y G.C).
A la orden del Capitán y del Maestre de Campo, el grupo de soldados uniformados, con espadas y picas, morriones, sombreros e indumentarias de época, acompañados de un grupo de “soldaderas” con hermosos atavíos, irrumpían en la plaza del Salvador. En cuanto formaron, casi de forma sincronizada, las luces de navidad alumbraron el recinto como un resplandor. Una sincronía que se percibió como si la propia ciudad les saliera al encuentro iluminando el magno acontecimiento. Los policías a caballo que escoltaban la comitiva, se cuadraban respetuosamente ante el maestro de campo que exhortaba a los presentes y arengaba a sus tropas. Especialmente emotiva resultaba la presencia entre ellos de la recreación del Pater que portaba la hermosa tabla bendecida con la imagen dorada de “La Virgen de Empel”, especialmente pintada por el Capitán del Tercio Fernando Pérez Colchero.
El Tercio de Olivares, agente de difusión histórica
Las luces navideñas, los faroles de las soldaderas, y un espectacular cielo de anochecer fueron confiriendo a la comitiva un tizne cromático, un aura especial, potenciada por la magnificencia del escenario y una catedral y una Giralda que se convertía en un personaje más de la figuración. Para “redondear” la información se repartieron centenas de octavillas donde se explicaba la importancia del episodio. Algo que confirma que los grupos de recreación histórica, en este caso el Tercio de Olivares, están siendo uno de los principales agentes de divulgación de la historia de nuestro país. Así mismo los que habían acudido a la limitada convocatoria del Tercio, amigos y amantes de la Historia, se convertían en improvisados guías y explicaban la historia del Milagro de Empel a sorprendidos grupos de sevillanos que observaban la escena con atención y fascinación.
Se cuenta que tras el Milagro de Empel la victoria de los tercios fue tan contundente e inesperada que el almirante enemigo, Hollok, llegó afirmar: “Tal parece que Dios es español al obrar tan gran milagro”. Al caer la noche, los que procesionaron en Sevilla no se equivocarían si hubieran afirmado: “ Tal parece que la Inmaculada sea más sevillana y más patrona de los tercios que nunca”.
Gracias infinitas al TERCIO de OLIVARES “más que un Tercio” ¡Santiago y cierra, España!
Galería de imágenes: Gerardo Lucio
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