La Capilla del Arco del Postigo, sede canónica de la Hermandad de la Pura y Limpia, permanecerá cerrada al culto durante cuatro meses mientras se lleven a cabo las obras de rehabilitación. Ese tiempo será aprovechado para que simultáneamente sea restaurada la imagen de la Inmaculada.
El aspecto exterior de la Capilla ya no ofrece como siempre la posibilidad de contemplar, a través del cristal de su cancela, a la Pura y Limpia en su altar, pues como recoge nuestra fotografía sólo pueden verse dos grandes reproducciones en papel, una con el escudo de la Hermandad y otra de la Virgen, para hacerla presente allí a sus devotos aunque sea de esa forma.
Por lo que se refiere a la Capilla, la conservación de los retablos o la renovación y puesta a punto de la instalación eléctrica, serán parte importante de los trabajos que se acometerán por la empresa Geiser, auténtica especialista en ejecuciones de esta naturaleza.
La talla de la Pura y Limpia ha quedado encomendada a Gestionarte, en manos de Benjamín Domínguez Gómez, doctor en Bellas Artes, de una larga trayectoria académica en la Universidad de Sevilla, además de su formación en el Área de Conservación Preventiva del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico Andaluz (IAPH), que en la actualidad dirige Juan Antonio Primo Jurado. Acometerá la limpieza de su ropaje, su rostro, devolviéndole en algunas zonas una policromía perdida.
La Pura y Limpia es una imagen inmaculista, barroca, muy definitoria de lo sevillano, delicada, con ráfaga y corona, atribuida al círculo de Duque Cornejo e incluso al propio escultor. Está coronada canónicamente por el cardenal Amigo Vallejo (reticente al principio) y gracias al impulso de quien fuera muchos años su hermano mayor, el inolvidable cofrade Juan Castro Nocera. Y en la historia de esta imagen dieciochesca uno de sus grandes momentos sucedió cuando el Papa Juan Pablo II se arrodilló ante Ella para rezarle.
La Pura y Limpia recibe cada 8 de diciembre el homenaje de la Banda del Sol, que interpreta ante Ella en su Capilla los Laudes a la Inmaculada, un acto que congrega a cientos de personas y que Sevilla pudo recuperar -como los toques de las Lágrimas de San Pedro- gracias a Rogelio Gómez Trifón.
Fotografías de Beatriz Galiano
Y Servicio de Documentación
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