Pedro del Hierro sería el encargado de comenzar esta edición en IFEMA, con una colección en la que no faltaron los habituales ingredientes de un armario de otoño e invierno, destacando el traje sastre. Tendencia de temporada, que también pudo verse en la colección de Ágatha Ruíz de la Prada, eso sí, cuajado de color al igual que la de Pertegaz, que le da a este básico ese punto de vista sesentero que ha orientado sus creaciones este año.
Con Pablo Erroz e Ynésuelves, las líneas rectas y cómodas en tonos básicos estacionales, como los tierra y neutros, se pasearon por la pasarela, donde el ya asimilado carácter unisex del minimalismo convierten a las colecciones en prácticas y duraderas.
En cambio, con Malne y Dominnico, las notas discordantes que consiguen que tus ojos vibren con la osadía en moda, nos mostraban esas otras miradas en moda que te remueven, para bien, y te ofrecen otras formas de moda. Así, Malne con una colección tricolor, reinventaba cada uno de sus looks sobre la marcha, en la propia pasarela, ofreciendo una alternativa de un solo estilismo adaptable al momento.
Por otro lado, Dominnico volvía a derrochar talento, deleitándonos sobre cómo crear sobre cualquier temática sin repetirse en elementos antes vistos en sus creaciones. Siempre sorprende.
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