Carlos Herrera cumple hoy 21 años… ¡Felicidades!

Como si el mundo hubiera vuelto sobre sus pasos y empezado a girar de nuevo en algún punto intermedio; como si un viejo vagón de tablas y coches-cama regresara a la antigua estación de Plaza de Armas para contemplar la cara de asombro de un muchacho que vino a cumplir el servicio militar en Ferrocarriles y estaba a punto de descubrir su paraíso personal; como si el líquido dulce de las emociones secretas volviera a derramarse sobre unas aspiraciones a punto de estallar; como si las estrellas guiaran su destino hacia ese lugar desconocido donde (no lo sabía aún) hallaría la pasión formidable de beberse a sorbos la vida…

Aquí, en Sevilla, volvió a nacer (¡feliz cumpleaños, Carlos!), porque lo quiso la diosa Fortuna, un lunes, 27 de marzo, como hoy, a pocas fechas de un Domingo de Ramos, que aquel año 2000 cayó en 16 de abril, bajo la mirada mimosa y protectora de Nuestra Señora la Virgen de la Candelaria y de Nuestro Padre Señor de la Salud (¡ahí es nada!), quienes, vigilantes, posaron sus ojos sobre la tenue línea que separa la vida y le esquivaron el flagrante ruido de los canallas y los asesinos que acechaban en un ascensor a media mañana.

“El que todo lo puede” bajó las manos de su Misericordia infinita, con la tenue suavidad de Morante en tarde de gloria y la firme determinación de un Roca Rey más poderoso que nunca, para cegar a los crueles, para amortizar el odio de los delirantes y alumbrarle el camino de todo lo que aún tenía por hacer: cuidar de los suyos, deslizarse por los amaneceres de resplandores lujuriosos, cabalgar las ondas del aire con su voz armoniosa y afable, enfrentar a los cobardes, dispersar los temores, convocar a los ansiosos, construirnos un pregón de prodigios y gozos que llamaban ¡a la Gloria!, cocinar nubes entre pucheros sencillos con los que celebrar el hallazgo de los amigos, abrazar sus devociones, arremeter contra quienes amenazaron y amenazan la libertad de todos, fabricar tirachinas contra los intolerantes y los miserables, contemplar a los vencejos del otoño y la primavera, recrear las dulces emociones dormidas, disfrutar de los libros y de los pequeños placeres de sentirse vivo, reelaborar la poesía en el tiempo, pasear sus canciones…, soñar, soñar, soñar…

Aquella mañana, un 27 de marzo del año 2000, Carlos Herrera Crusset, nacido en primera instancia en Cuevas del Almanzora (para siempre en el recuerdo Doña Blanca, D.E.P.), provincia de Almería, y recriado en Mataró, vino al mundo de nuevo, como un Cristo Resucitado al que cada año saluda muy temprano en La Campana, para pregonar la buena nueva de que sólo en manos de Dios está nuestro destino y que nadie logrará reescribir nuestra suerte sin leer lo que “El que todo lo puede”, que habita en la iglesia de San Nicolás de Bari y hasta en los ascensores, ha dispuesto con su letra invisible en las páginas de nuestras vidas.

Unos meses más tarde de aquella mañana del Dios vigilante, me fui a buscarle a Miami, en Florida, donde preparaba el grueso de aquel inolvidable y eterno pregón de la Semana Santa que inauguraría el siglo XXI y que nos llevaría a todos a la Gloria. Charlamos un poco de todo y sin miedo a nada, para el Magazine de El Mundo. Y así quedó…

https://www.elmundo.es/magazine/m74/textos/herrera1.html

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2 Comments

  1. Pepe Fuertes dice:

    Señor Arenzana: me uno a su felicitación para Carlos Herrera en este aniversario que usted bien conmemora de aquel día en que le dieron a luz en Sevilla.Y como dice de Sevilla mi querido amigo el compositor José María Maldonado, “donde la luz merece la pena verse”. Cuando un periodista enciende así las velas para otro, además de ser todo un señor, es también todo un artista. Arenzana lleva en rima dos maravillosas e inteligentes formas de escribir, periodista y artista.

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