Toros en Sevilla: Segunda corrida de Juan Pedro, ya sólo queda otra…
Oreja para Ginés Marín y Alvaro Lorenzo en tarde de lluvia

Ya está bien eso de que “es lo que quieren los toreros”. Suena más a excusa que a otra cosa. No hay explicación razonable alguna al hecho de que la ganadería de Juan Pedro Domecq tenga tres tardes en el abono de Sevilla. Viendo el juego lamentable del Domingo de Resurrección y de este martes de farolillos, menos aún. Se salvaron los dos del hierro Parladé, quinto y sexto, los que propiciaron los triunfos, perdón, las orejitas de Alvaro Lorenzo y Ginés Marín. Daniel Luque, obligado a saludar tras el paseíllo en recuerdo de la tarde en que abrió la Puerta del Príncipe, se fue de vacío.
Marín se acopló bien al sexto, sacando partido de sus características e incluso aprovechando otras que, en teoría, podrían haber resultado incómodas. El toro tenía movilidad y era manso, por lo que aprovechó su querencia para cuajarlo. Destacó una magnífica tanda de naturales a la altura del tendido 11, es decir, cerca de la puerta de toriles. Sin embargo, los esfuerzos del extremeño para que el toro no se rajara provocaron una faena un tanto desigual, con altibajos. Finalizó con unas bernardinas y una estocada que le puso la oreja en sus manos. La petición se prolongó después del pañuelo blanco, más un anécdota que otra cosa.
La oreja que se llevó Álvaro Lorenzo estuvo cimentada en el pitón derecho del quinto toro, por donde dio tres magníficas series nada más empezar la faena. Puntero, que así se llamaba el toro de Parladé (hierro próximo a desaparecer), metía la cara con clase, aunque perdía las manos si iba en largo, lógica influencia de un piso embarrado tras dos horas de lluvia. El Toledano trabajó bien ese problema ajustando la distancia, aunque no pudo conseguir igual resultado por la izquierda. Volvió a la derecha, pero el toro estaba ya para pocas cosas. Culminó su faena también por bernardinas y mató de media estocada certera que le valió pasear la oreja del que, sin duda, fue el mejor toro de la tarde.
Lo más destacado de la presencia de Daniel Luque fue la faena al primero, un toro noble pero que no humillaba, soso y tontorrón. El de Gerena estuvo muy por encima de su enemigo, lo trató con suavidad, la que te permite tu razón de torero poderoso que entiende siempre al que tienes delante. Pero donde no hay, no hay. Tal vez la pésima condición del animal hizo que no se pudiera valorar en su justa medida el trabajo de Luque, que vio alguna escasa parte del público pedía la oreja con escasa convicción.
De los otros tres toros, poco que contar. No estaban mal presentados, pero sin fuerza ni clase ni casta ni… Ni ná de ná.
Nuevo espectáculo lamentable de Juan Pedro Domecq. Ya van dos. Desgraciadamente aún queda otro, aunque igual por San Miguel nos sorprende… 🤥🤥

Nota Post Post: Un brindis al cielo por Salud. Y el más cariñoso abrazo para Pilar, nuestra directora.




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