No me negará usted, amable y paciente lector, que es extraño, muy extraño, ver a un novillero con 29 años haciendo el paseíllo. Y si son dos, ya… Pues esa circunstancia se ha dado en la tercera novillada del abono 2022 en la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Conste que decimos “raro”, no “malo”. Y conste también que debería llevarnos a la reflexión. ¿Es lógico que un aspirante a matador de toros esté en el escalafón inferior siete años? ¿Y diez años?
Llamó poderosamente la atención Jesús Álvarez, de Santiponce, conocido por la huelga de hambre que protagonizó en 2019, con pernocta en la Puerta del Príncipe en un saco de dormir durante varios días. Entonces llevaba dos años sin torear. Hasta este paseíllo maestrante, tres más. Cinco. Es loable que persevere y que no tire la toalla, pero más aún sería que hubiera puesto de su parte y demostrado profesionalidad. Después de sus reivindicaciones y sus protestas, no se puede presentar ante su gran oportunidad en las deplorables condiciones físicas que lo hizo, con un sobrepeso mas que evidente, menos aún sabiendo desde febrero que el día 9 de junio era el señalado para él.
El otro novillero que se salía de los cánones de la edad fue Santana Claros, malagueño de Fuengirola, que tuvo una aceptable actuación. Cerraba la terna, de una forma ya más ortodoxa, Manuel Diosleguarde, salmantino de 23 años, que ha tenido la fortuna de torear bastante en los últimos años y hacerse un nombre, de tal manera que era, taurinamente hablando, el gran atractivo del cartel. No en vano, tomará la alternativa el mes que viene en Santander.
Por desgracia, hubo una cosa que sí igualó a los tres novilleros: Ninguno destacó sobre los demás y protagonizaron una corrida que no será recordada más allá de las anécdotas mencionadas hasta ahora.
El primer novillo -el mejor- del encierro enviado por José Luis Pereda desde la sierra de Huelva tuvo poca fuerza, pero buena condición. Iba muy bien en largo pero había que mantener esa distancia, porque se quedaba a mitad de embestida en el tercer pase si lo citaban de cerca. Santana Claros dejó buenos muletazos, pero no llegó a acoplarse con el toro, que ofrecía posibilidades. El cuarto no fue tan claro, pero el malagueño fue capaz de arrancarle meritoriamente varios naturales de gran calidad.
Aparte de todo lo dicho antes, Jesús Álvarez salió al ruedo de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla a torear. Y en algún momento lo consiguió, demostrando que la inactividad le ha hecho perder físico, pero no concepto. De esta forma, pudo dar dos buenas series de naturales al quinto novillo, que había hecho cosas de manso de salida, pero que respondió por ese pitón. Al segundo de la noche, simplemente, no lo entendió. Embestía pronto y mostraba buena condición y por eso la faena tuvo algún buen muletazo. El toro lo llevaba hacia adentro y él se dejaba. Aunque estuvo muy voluntarioso, no llegó a romper.
Diosleguarde se llevó el peor lote. El tercero, por manso, por no querer nunca y porque cuando embestía no dejaba de dar cabezazos ni de intentar puntear la muleta varias veces en cada pase. Aunque lo sometió demostrando poder, poco pudo hacer para lucirse. El que cerró plaza era un pedazo de eso, distraído, de embestida descompuesta y a arreones, demasiado hizo con matarlo.
Ficha: Tercera novillada del abono 2022 (9 de junio) en la Plaza de Toros de Sevilla. Un cuarto de entrada en noche calurosa, la primera de esta ola que dicen que se queda el fin de semana y que, seguro, manda a mucha gente a la playa. Se escucharon los cohetes de las hermandades sevillanas del Rocío que volvían de su peregrinación.
Santana Claros. De blanco y oro con cabos negros. Estocada trasera y un descabello. Silencio. Pinchazo. Aviso. Estocada baja. Ovación.
Jesús Álvarez. De azul marino y oro. Estocada. Ovación. Pinchazo y estocada delantera y baja. Ovación.
Manuel Diosleguarde. De nazareno y oro. Dos pinchazos, estocada (voltereta incluida) y aviso. Ovación. Dos pinchazos, estocada. Silencio.
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