La buena noticia de la primera de la Feria de San Miguel 2023 fue sin duda el retorno de Pablo Aguado a la senda de su toreo puro, natural, artístico, pleno. Ante un toro, el tercero, que no estaba para excesivas alegrías, ofreció los mejores capotazos de la tarde -y de mucho tiempo- culminados con un quite por chicuelinas excelso, lento, el tiempo detenido con el toro entre los vuelos del capote. Un prodigio de esta suerte tan vulgarizada en los tiempos que corren.
El animal de Matilla, de nombre Derribado, ya había demostrado que a su nobleza y capacidad para humillar unía una alarmante falta de fuerzas y de casta, de tal manera que cuando se vio superado en dos series de derechazos, decidió que era mejor dejar de pelear. Afortunadamente, pudimos disfrutar de muletazos de categoría, con un inicio de faena primoroso, usando las dos manos y con remates por bajo eternos.
Ya lo había cuajado por la derecha, pero cuando cambió de mano tuvo que luchar con la querencia huidiza del toro, así que, muy voluntarioso, enjaretó varios muletazos antes de matar certeramente (¡certeramente!) y cortar la única oreja de la tarde.
En alguna ocasión hemos hablado del momento extraño, por decir algo, de Manzanares. Y en esta comparecencia en San Miguel volvió a ponerlo de manifiesto despercidiciando al mejor de la corrida, el segundo, llamado Principal. Estuvo fuera de sitio en los lances de recibo y se empleó con suficiencia con la muleta, como si el toro fuera un estorbo en vez de un enemigo que le tiene que ayudar a triunfar. Sobrado de facultades físicas y entendiendo lo que tenía que hacer, lo despachó con muletazos templados pero de lejos, carentes de emoción, y se fue a por la espada cuando aún había mucho que torear. Pinchó y por eso perdió la raquítica y funcionarial oreja que el benévolo público estaba dispuesto a dar.
Sin embargo, la ovacion que Principal se llevó en el arrastre dejaba claro quién había quedado por encima de quién.
Morante ofreció soberbios capotazos en el que abrió plaza, un manso de libro con el que se esforzó para propinarle verónicas y una media de ensueño. Sin embargo, ahí quedó todo. Lo poco que tenía el animal se lo dejó en una voltereta tras ser picado en la puerta y el cigarrero lo despachó con media estocada.
Podríamos decir que el de la Puebla había visto reeditada su ancestral mala fortuna en los sorteos, ya que el cuarto de la tarde fue imposible, por descastado y flojo. Sin embargo, toda la corrida de Matilla mostró esos defectos, de manera que sólo el segundo, desaprovechado por Manzanares, estuvo a la altura. Y el tercero, aprovechado por Pablo Aguado, se le acercó. El resto, nada de nada.
Morante anunció al final del festejo que corta la temporada por sus problemas con la muñeca. El Juli ya dijo que se retiraría al acabar San Miguel. Y esta primera de San Miguel de tan escaso bagaje ha vuelto a poner de manifiesto que un gran torero, sin ganas, se convierte en algo lastimosamente mediocre. Una pena. Quién lo ha visto…