Parece mentira, pero es verdad. Los toros que han arruinado la tarde en Jerez de la Frontera son de la misma ganadería del triunfador de la Feria de Sevilla, Chismoso, que propició junto al resto de sus compañeros de encierro, hace menos de 20 días, que Santiago Domecq volviera a sonar con fuerza como ejemplo de hacer bien las cosas.
Pues en la plaza jerezana, todo lo contrario.
De tal suerte que si Chismoso y sus compañeros de Sevilla retrataron a Cadaval, dejaron por debajo a Salvador y sirivieron a Garrido para reivindicarse, los de Jerez hicieron imposible con su falta de casta y su invalidez que los tres figurones de este cartel se lucieran.
Sí, verdad, el Juli cortó dos orejas a su segundo, sobrero de la misma ganadería. Había salido a reemplazar al quinto, devuelto al corral por más que cojo y más que inválido. Sacó casta y, con muy poco castigo en el caballo, el Juli pudo emplearse con él como más a gusto se encuentra, peleando y ganando por fuerza y poder. Pero poco más hubo. ¡Qué decepción más grande!
El sainete empezó con Cautivo, negro bragao, que se caía no más se intentaba bajarle la mano. Morante lo recibió con unas pintureras chicuelinas, le hizo un quite por verónicas e incluso fue capaz de arrancarle de su escasa alma un par de series de buen trazo, pero eso fue más de lo que pudo soportar el bicho, que no aportaba lo mínimo imprescindible para que hubiera emoción. Siguió con Maestro (nombre muy signitifactivo en Jerez…), con el que el Juli no pudo. Porque puede, y lo ha demostrado, cuando en el toro hay casta, pero lo que no va a hacer es insuflarle vida a un animal que no la tiene.
La salida del tercero, primero de José Mari Manzanares, pareció cambiarlo todo. El toro, colorado, era más serio, con un tranco alegre y, aparentemente, más motor. Echaba un poco la cara arriba en cada pase, pero no parecía que eso fuera a ser un problema para Manzanres. El toro embestía con nobleza y el alicantino se acopló pronto, con dos buenas series por la derecha. Todo lo demás lo hizo bien: la prueba por el otro pitón, la vuelta a la derecha, los tiempos… Sin embargo, algo hubo que no dejó que la cosa rompiera del todo. ¿Faltó raza? ¿Casta? ¿Un punto de lucha dentro de la clase que tenía Clavellín? Estoconazo y justa oreja. Pero…
Lo del cuarto mejor ni mentarlo, salvo para decir que hasta con animales tan vergonzosos como este se ve a la legua que Morante es otra cosa. Hasta en estas situaciones.
Y el que cerró plaza, casi igual que el tercero. Noble, con movilidad, clase, pronto… Manzanares pudo dar un par de series marca de la casa, con ese toreo profundo y elegante, pero no tenía enemigo enfrente. La fena fue de más a menos en cuanto a calidad y emoción y ni siquiera la media fulminante sirvió para llegar más allá que al premio de una ovación.
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