Lo primero, para situar a nuestros amables y pacientísimos lectores, es aclarar que la presencia de Sevilla Info en Las Ventas se debe al cartel que compartían los toreros sevillanos Morante de la Puebla y Pablo Aguado, ya que nuestra intención es avanzar un poco más sobre lo que ya hicimos el año pasado. Así trataremos de cubrir las ferias importantes de nuestro alrededor y, además, hacer alguna escapada allí donde toreen, juntos, al menos dos de nuestra terna de artistas, la que completa el trianero Juan Ortega. Además, contamos con un colaborador de lujo.
Y declaradas nuestras intenciones, en esta corrida del miércoles 11 de mayo, además, había otro aliciente sevillano, el de los toros de La Quinta, ganadería nuestra que aún no ha lidiado en la Maestranza.
Y con tanto aliciente de la tierra, resulta que el gran triunfador fue el único que, aparte de la plaza, claro, era madrileño: Julián López, el Juli.
La corrida de La Quinta fue bonita, muy bien presentada, con distintos pelajes, bien de cabeza y, en general, de escasa raza, ésa que es necesaria para que haya emoción. Se salvaron de ese defecto el segundo y el quinto y los le tocaron al mismo, al triunfador, que, a lo que se ve, empezó a serlo en el sorteo.
Curiosamente, la cumbre del toreo de Julián en la tarde del 11 de mayo fue con el quinto, que demostró no tener clase ninguna, que no hizo nada bonito desde que salió, que embistió el capote sin querer pasar y con las manos por delante, que hizo cosas de manso. Pero tenía casta. Y con eso le sobró al madrileño.
Porfió con él aguantando dos coladas en sendas series por las dos manos, fue ahormando al toro hasta completar una serie fabulosa por la izquierda rematada con dos naturales y el de pecho tras cambiarse la muleta por la espalda. Repitió, pero cambiando de pitón y parecía que ya se podía dar por satisfecho, pero no. El Juli ya se veía dominador y, curiosamente después de haber hecho cosas de manso, el animal no dio muestras de ir a rajarse. Así que, con la espada de matar en la mano, le propinó unos larguísimos naturales, casi redondos, mientras la plaza se venía abajo.
No mató bien y perdió una puerta grande de, seguramente, tres orejas, más de ley que la Puerta del Príncipe de hace ahora ocho días.
Al segundo le cortó el trofeo que era de esperar. Tenía movilidad, fijeza, nobleza, clase, humillación… Un caramelito, vamos. La faena fue correcta, pero -a estas alturas ya nos conocemos- le faltó dificultades que superar por exceso de bondad. Y en esos terrenos donde manda el arte…
Morante pudo mostrar gotas de su toreo en el que abrió plaza, un toro sin raza que apenas colaboró. Cabeceaba, se daba la vuelta rápido incluso buscando los tobillos en ocasiones, mostrando un comportamiento muy poco uniforme. Pudo enjaretar una buena tanda de naturales y mucho fue.
El cuarto, peor, tardeaba y dudaba a la hora de embestir para arrancarse de repente de forma poco clara.
Tampoco tuvo Pablo Aguado suerte con su lote en esta ocasión. Tanto el tercero como el sexto acusaron una alarmante falta de raza, de casta, incluso auque pudiera haber un punto de nobleza en su comportamiento. El resultado fue unos cuantos pases de excelente trazo y nula emoción.
Independientemente, se notó un poco acelerado al torero sevillano en esta su primera comparecencia en San Isidro este año. Nada que ver con la seguridad que demostró en la corrida de la prensa de 2019, cuando llegó con las cuatro orejas y la Puerta del Príncipe recién abierta y sufrió una cornada al entrar a matar a su primero. Cierto es que el público no se lo pone fácil y al segundo pase ya están pitando, pero eso no debería influirle (sí, es fácil decirlo desde aquí; ya lo sé).
Que el gran triunfador fue el Juli no admite dudas, pero si nos atrevemos a asegurar que poco habría cambiado si los toros de Morante y Aguado le hubieran tocado al Juli, no nos atrevemos igual, pero sí decimos abiertamente que nos habría encantado saber qué hubiera pasado en el ruedo, y en los tendidos, esos tendidos que esperan a Aguado con las del beri, si el segundo hubiera sido sorteado para el torero sevillano.
Cuando te toca el toro equivocado…
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