El reportaje apéndice de “Cuéntame” fue dedicado en la noche del jueves al programa “Hablemos de sexo”, pasando forzosamente por el artífice de la idea, Chicho Ibáñez Serrador (uno de los hombres que más ha sabido e intuido sobre televisión), y a su presentadora, la psicóloga Elena Ochoa.
Al cabo de los años desde aquellos 90 el espacio arroja sobre todo el balance de valentía que tuvo para atreverse a abordar, con miles de hogares y españoles de por medio, además de asociaciones y mentalidades de recalcitrante pudor, uno de los temas más interesadamente silenciados desde siempre por varios manipuladores, entre otros: censura, hipocresías sociales, gente de doble y ocultas vidas, e Iglesia Católica.
Todo ha cambiado mucho, por fortuna, y no sólo de puertas para afuera (donde se puede ser hasta gay o lesbiana, donde una mujer -sin necesidad de ser actriz de destape o vedette de revista- puede enseñar hasta donde terminen sus piernas y empiece la imaginación), sino que ha cambiado de puertas para adentro, en los dormitorios, aquellos de los que me dijo un día de 1976 una madre de tres hijos: “El problema de muchos matrimonios es que no se entienden en la cama”. Pero la doctora Ochoa llegaría para que hablaran lo mejor posible un mismo idioma. Incluso consiguió que los monólogos se pronunciaran con toda naturalidad.
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