El señor Espadas tiene un pie en el Ayuntamiento y otro en el Parlamento. Sevilla no se merece a alguien que la utilice como trampolín en su afán de pisar moqueta parlamentaria, sino un alcalde consagrado a la ciudad. No cabe estar en misa y repicando: por una elemental vergüenza, su pretensión de acceder a la presidencia del PSOE andaluz requiere que renuncie a la vara de Alcalde.
En un reciente acto en las elecciones primarias, Espadas aseguró, refiriéndose a Susana Díaz: “Hay que saber irse” (¿en qué estaría pensando?). Aplíquese el cuento, que por la boca muere el pez.
Rocío De Los Reyes Machuca
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