Se soltó el pelo durante el primer estado de alarma apoyando sus prórrogas. Salió del photomatón con varias imágenes indisimulables y al descubierto de quien era realmente, sin retoques ni filtros emebellecedores, con la cara llena de negruras y contrastes, sin las suavidades acordes con la dulce voz de niña buena que se gasta. Abandonó las coherencias, que no dan tanto relieve y protagonismo como las demagogias. Y provocó las fugas de gente seria y de los escasos electores que le quedan a un partido que está más restañado en pegamentos que un jarrón harto de caerse.
En Ciudadanos hay un sector crítico que no la aguanta en más traiciones, en sus peligrosos desvíos a gusto con Sánchez y el socialcomunismo, en el engreimiento político que la lleva por libre para tender la mano arriesgada de su vanidad.
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