La lengua en Sevilla

Será en Sevilla. Voy a confesar, aunque peque de falta de humildad, que en el mes de marzo contacté, ingenuo, con el Instituto Cervantes. ¿Mi intención? Proponer a Sevilla como anfitriona del próximo congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Qué inocente, por cuanto quién iba a hacer caso de la propuesta de un mindundi como el que les escribe. Mas me llega la buena nueva, a través de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, que así sucederá. 

Este es el tipo de quedadas que requiere Sevilla, una ciudad maltratada por un turismo que ha devenido en una mala copia del carnaval de mi Cádiz, viéndose tumultos por sus calles más céntricas, a modo de chirigotas ilegales y disfraces de poco ingenio, de grupos escandalosos y con la gracia de un chiste en alemán. 

Este turismo, el cultural, es el que hay que reclamar para la ciudad, una de las más universales del mundo. Sevilla no merece menos. Los próximos 4 a 8 de noviembre, y con el sello de la Real Academia de la Lengua, pasearán sobre estos adoquines de la otoñal Sevilla donjuanesca, personalidades de todas las academias de la Lengua –veintitrés–; un, permítanme la comparación, artículo de lujo como escaparate mundial y que, de nuevo, traerán a sus majestades, los reyes de España, para la solemne clausura del evento.

Sevilla será el epicentro panhispánico de la Lengua, ¿no va a haber que hablar bien de Sevilla?




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