Me encuentro por las televisiones otro de los montajes endiablados del socialcomunismo: averiguar entre malévolos contertulios el origen del odio en una campaña electoral como la de Madrid.
Como si no estuviera clarísimo, disimulan indagando razones por un lado o por otro con argumentos que cruzan por todos los partidos. Los borregos se añaden a las cábalas premeditadas de quienes pastorean el rebaño. Pero otros sabemos que el kilómetro cero de tanto nuevo odio entre españoles arranca del Valle donde la cínica Carmen Calvo ideó en pos de una falsa reconciliación la revancha de la Guerra Civil. Desde entonces Podemos ha visto que esta es la suya para empezar por tener encargados de lapidaciones de Vox. Y los amancebados medios de comunicación han encontrado su oportunidad para desinformar a favor de unos ideólogos de pacotilla que dan pánico: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, la ultraizquierda. Porque no existe la ultraderecha entre las candidaturas que hoy se votan. Hay ultraizquierda con currículo de chepas y paseíllos. Metan el dedo en la boca a otro. A mí no.
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